sábado, 5 de octubre de 2013

PRÁCTICA BLIJ



Hoy en día todo el mundo habla de que nos encontramos en la sociedad del a información, otras veces de la sociedad del conocimiento. ¿Pero qué es realmente información y conocimientos? Entendemos por información algo externos al individuo y acumulable, que no se asimila, se discrimina, procesa, etc. Por otro lado el conocimiento es algo interno en el propio individuo, estructurado que relaciona el entendimiento  y la inteligencia y que crece lentamente en el individuo. Todo esto no podría ser sin una buena competencia lectora por parte de la persona en cuestión.

Estudios “recientes” (2004) sobre lectura, relegaban a ésta al penúltimo lugar, sólo por delante de no hacer nada. Hoy en día leer no está de moda y además es poco valorada  por amplios sectores de nuestra sociedad.

La lectura se realiza como fuente de información más que como fuente de conocimiento. Debemos entender que con el ejercicio habitual de la lectura, el individuo desarrollará la capacidad de comprender textos de diversa índole y será capaz de ser crítico con aquello que lee. Del mismo modo adquirirá una gran capacidad para comunicarse con los demás en distintos tipos de contextos. Leer es una actividad que desarrolla nuestra capacidad cognitiva y comprensiva.

La verdadera lectura es la voluntaria, la que se realiza sin ninguna finalidad más allá de la misma, leer. En este aspecto nos encontramos en una tesitura un poco peligrosa. ¿Qué lecturas ofreceremos a los lectores primerizos? Si queremos despertar en nuestros alumnos/as el deseo por la lectura, tendremos que ser muy cuidadosos a la hora de seleccionar los textos y su forma de introducirlas para obtener el resultado esperado, que lean sin que suponga una obligación.

El hábito de la lectura voluntaria se adquiere en el propio hogar, no en la escuela, siendo esto una consecuencia de la voluntad por leer. Sabemos que a estas edades los niños aprenden de forma social, es decir, adquiriendo los hábitos más próximos a su realidad (si mis padres leen, yo leo).


Para fomentar el hábito a la lectura en edades tempranas disponemos de diversos recursos para hacer llegar al alumno/a el interés por la lectura. Una de estas herramientas es la animación lectora. Debemos ser conscientes que este tipo de actividades deben servir de incentivo al niño/a para que después quiera acercarse de forma voluntaria a la lectura. El objetivo principal de la animación lectora debería ser crear hábitos estables de lectura.

Otro recurso muy importante es la promoción a la lectura, que hasta ahora no hemos sabido explotar debidamente, siendo España uno de los primeros países en ediciones de libros.

Creo que estamos ante un reto muy difícil, la separación entre lectura voluntaria y obligatoria está definida por una línea muy pequeña. Como futuros docentes es nuestra labor conseguir que esa línea desaparezca, hacer que nuestros alumnos no discriminen entre lectura voluntaria y obligatoria, sino que la lectura les resulte amena, y no encuentren en ella una carga que deban de realizar por imposición. La mejora de los hábitos de lectura de una sociedad empieza con la formación de sus ciudadanos como lectores y esto ocurre en las primeras edades, si ganamos un lector en las primeras edades lo será para toda la vida y si lo perdemos puede ser que sea para siempre.

Bibliografía:  Torremocha Cerillo, Pedro Cesar.  La animación a la lectura en edades tempranas (mayo de 2005), pp. 99 a 106

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