Hoy en día todo el mundo habla de que nos encontramos en la sociedad del a información, otras
veces de la sociedad del conocimiento. ¿Pero qué es realmente información y
conocimientos? Entendemos por información algo externos al individuo y
acumulable, que no se asimila, se discrimina, procesa, etc. Por otro lado el
conocimiento es algo interno en el propio individuo, estructurado que relaciona
el entendimiento y la inteligencia y que
crece lentamente en el individuo. Todo esto no podría ser sin una buena
competencia lectora por parte de la persona en cuestión.
Estudios “recientes” (2004) sobre lectura, relegaban a ésta al penúltimo
lugar, sólo por delante de no hacer nada. Hoy en día leer no está de moda y
además es poco valorada por amplios
sectores de nuestra sociedad.
La lectura se realiza como fuente de información más que como fuente de
conocimiento. Debemos entender que con el ejercicio habitual de la lectura, el
individuo desarrollará la capacidad de comprender textos de diversa índole y
será capaz de ser crítico con aquello que lee. Del mismo modo adquirirá una
gran capacidad para comunicarse con los demás en distintos tipos de contextos.
Leer es una actividad que desarrolla nuestra capacidad cognitiva y comprensiva.
La verdadera lectura es la voluntaria, la que se realiza sin ninguna
finalidad más allá de la misma, leer. En este aspecto nos encontramos en una
tesitura un poco peligrosa. ¿Qué lecturas ofreceremos a los lectores primerizos?
Si queremos despertar en nuestros alumnos/as el deseo por la lectura, tendremos
que ser muy cuidadosos a la hora de seleccionar los textos y su forma de
introducirlas para obtener el resultado esperado, que lean sin que suponga una
obligación.
El hábito de la lectura voluntaria se adquiere en el propio hogar, no en la
escuela, siendo esto una consecuencia de la voluntad por leer. Sabemos que a
estas edades los niños aprenden de forma social, es decir, adquiriendo los
hábitos más próximos a su realidad (si mis padres leen, yo leo).
Para fomentar el hábito a la lectura en edades tempranas disponemos de
diversos recursos para hacer llegar al alumno/a el interés por la lectura. Una
de estas herramientas es la animación lectora. Debemos ser conscientes que este
tipo de actividades deben servir de incentivo al niño/a para que después quiera
acercarse de forma voluntaria a la lectura. El objetivo principal de la
animación lectora debería ser crear hábitos estables de lectura.
Otro recurso muy importante es la promoción a la lectura, que hasta ahora
no hemos sabido explotar debidamente, siendo España uno de los primeros países
en ediciones de libros.
Creo que estamos ante un reto muy difícil, la separación entre lectura
voluntaria y obligatoria está definida por una línea muy pequeña. Como futuros
docentes es nuestra labor conseguir que esa línea desaparezca, hacer que
nuestros alumnos no discriminen entre lectura voluntaria y obligatoria, sino
que la lectura les resulte amena, y no encuentren en ella una carga que deban
de realizar por imposición. La mejora de los hábitos de lectura de una sociedad
empieza con la formación de sus ciudadanos como lectores y esto ocurre en las
primeras edades, si ganamos un lector en las primeras edades lo será para toda
la vida y si lo perdemos puede ser que sea para siempre.
Bibliografía: Torremocha Cerillo, Pedro Cesar. La animación a la lectura en edades tempranas (mayo de 2005), pp. 99 a 106
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